Hungría es el paraíso del bueno, bonito y barato. Llegué a un país del que sólo conocía a dos personas, 3 platos típicos y que organizaba la que sería una de las mejores carreras de F1 que he visto. El último día, comprando un regalo, me confundieron con un húngaro!!
No compré una guía, ni me informé, ni me molesté en organizar el viaje. Simplemente reservé un billete de avión con destino Budapest. El viaje era toda una incógnita. Pero claro, tiene truco. Tenía a dos guías nativas contratadas las 24h del día. Es lo malo de tener amigos extranjeros, que cuando visitan tu país, te toca pasearles…
Nuestro plan era visitar Transilvania (Rumania), pero Paolo se olvidó el pasaporte y nos limitamos a visitar el país (con una pequeña escapada a Eslovaquia para probar su cerveza).
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