Nuevamente llega otra etapa de mi vida y su correspondiente extensión en las redes. 16 años desde que adopté mi pseudónimo en internet (modas de la época) y casi 10 años desde mi última gran evolución personal y profesional.
Durante los tiempos de cuarentena, una vez liberado de toda responsabilidad laboral, me dediqué a revisar todo aquello que tenía pendiente. Y, precisamente, una de esas cosas ha sido actualizar y poner en orden mi presencia online.
Quisiera centralizarlo todo aquí y en mi página personal; compartiendo mis vivencias cotidianas en la capital del Tíbet y durante mis expediciones por el Himalaya. Quizá animarme también a tratar temas que forman parte de mi pensamiento y estilo de vida, o simplemente aquello que voy aprendiendo. Algo que, por cierto, ya hacía con mi primera cutre-página html a finales del segundo milenio, antes de descubrir lo que era un «blog». ¡Nos hacemos mayores!
Un paso más allá sería abrir un canal de Youtube, pero ya se verá. Estoy intentando implicar a mi mujer y no sé si lo conseguiré. Además, debería enfocarlo bien: no soy una persona constante. Me aburro de las cosas con facilidad.
Lo que sí espero es que la intensidad del día a día que he sufrido hasta paralizarse todo no vuelva jamás. Ya lo dicen algunos: llega la nueva era a.C. / d.C, «antes / después del Coronavirus». A raíz de esto, justamente me topé con la reflexión de Joan Torres acerca de viajar constantemente en twitter y me sentí totalmente reconocido:
Llevo explorando Tíbet y sus zonas limítrofes durante más de una década. Comencé viajando intensamente por China por razones totalmente personales y finalmente dí el salto a la vertiente sur del Himalaya –Nepal, India y Bután– con objetivos profesionales ya en mente.
Desde que decidí dedicarme al sector del turismo mi estilo de vida ha sido prácticamente el de un nómada. Unos meses en ruta, viviendo otros tantos entre China / Nepal y pasando los inviernos cerca de mi familia.
Todo cuanto necesitaba se repartía, según la ocasión, entre una mochila personal, otra de trekking y una maleta que dejaba aparcada a mi llegada a cada país. Tenía muchas más cosas en España, sí, pero te olvidas de que las tienes; no las necesitas. Mi equipo de viaje era siempre el mismo. Algo que poco a poco te convierte en un minimalista (lo dejo para otro momento).
Y no todo se limita a tus posesiones: tus rutinas cambian allí donde estás y el re-adaptarte no es algo trivial. Más aún cuando eres empresario y tienes obligaciones que no quisieras tener. Mención a parte son las amistades que se resienten por el distanciamiento.
Ser «nómada digital», como se dice ahora, no es algo mejor de por sí. Es una opción de vida y debes poder adaptarte a tu nueva realidad. Yo creo firmemente que es una etapa a quemar cuanto antes. Te aporta mucho, pero también se convierte en un lastre muy pesado.
En 2016 llegaron los primeros síntomas de agotamiento para mí. Los últimos días de mi travesía por el Himalaya perdí totalmente mi interés por viajar y mi cuerpo dijo basta. Sentía que quería volver cuanto antes a Barcelona, a nivel del mar. Me daba pereza planificar lo que haría en los nuevos lugares a los que me dirigía. Aborrecía la odisea de localizar suministros básicos en los lugares en los que dormía y el tener que esforzarme por sociabilizar con los locales u otros turistas que me iba cruzando. No tenía energía suficiente para trabajar.
También me he ido dado cuenta de que si no fuera por las fotografías y videos que conservo habría olvidado muchos momentos, personas y lugares. Es importante «digerir» lo vivido; y yo no lo he hecho. Me arrepiento.
Hasta entonces no había sido consiciente de mis limitaciones y decidí tener una base de operaciones en Katmandú y otra en Llivia durante el invierno. No funcionó. La vida te va dando sopresas y giros inesperados. Mis planes iniciales se desvanecieron y llegaron otros. Parece que finalmente he encontrado la estabilidad en Lhasa; Chengdú y coronavirus mediante. Que dure.
Ahora tengo mucho más claras mis prioridades:
- Focalizar mi esfuerzo profesional y decir «no» más a menudo.
- Viajar menos y siempre con un objetivo claro y finito en el tiempo.
- Reservar tiempo para mí antes y después de cada viaje; tanto en soledad como en familia.
Como testigo y a modo de cápsula del tiempo quisiera para esta nueva etapa:
- Aprender a pilotar drones.
- Dominar el chino y el tibetano.
- Desconectar del trabajo 3 días a la semana.
- Abrir un negocio en Lhasa y otro en internet, ambos sin conexión con el turismo.
- Conocer en mayor profundidad las regiones tibetanas de Amdo y Kham.
- Explorar las regiones de Dolpo, Humla y del Makalu en Nepal.
- Completar la aproximación al K2 tanto en su vertiente china como pakistaní.
- Viajar relajadamente por Asia Central vía Xinjiang (Sinkiang): Kirguistán, Uzbekistán, Irán…
- Conocer hispanoamérica y ascender el Aconcagua.
- Recorrer España de la mano de mi hijo.
- Ascender el Gurla Mandhata.
Tardaré unos días en dejar el nuevo diseño del blog a punto.
Bienvenido. Bien hallado. Bien reflexionado. Todo llega y todo pasa. Mis mejores deseos para esta nueva etapa.
Tashi delek Alfonso,
¡Qué alegría verte de nuevo por aquí! Me ha encantado leerte, y además me veo reflejado en muchas de las cosas que compartes. Bendita sea la cuarentena si nos permite parar, reflexionar, retomar proyectos que se quedaron en el tintero, digerir lo vivido y tomar impulso para lo que está por venir.
¿He oído Dolpo? Que yo lo tengo también para el corto corto plazo. ¡A ver si nos vamos a volver a cruzar por esos vallecitos de cuento!
¡Un abrazo fuerte!
¡Tashi delek Antonio! Precisamente aún tengo te digerir nuestro pasaje por el Reino de Mustang. Ni las fotos he visto. Ojalá se alineen los astros y pueda hacer Dolpo + Humla pronto. Lo que es seguro es que nos veremos en Lhasa tarde o temprano. ¡Fuerte abrazo!